Existen distintas formas de practicar ejercicio
físico, entre ellas las que forman parte de las disciplinas
occidentales, como el aeróbic o el entrenamiento con pesas, y las
pertenecientes a las disciplinas orientales, como el yoga o el chicung.
El hecho de practicar cualquier ejercicio físico potencia la salud
general y el buen estado físico a largo plazo, aumenta los niveles de
energía, fomenta una sensación de bienestar psicológico y reduce los
efectos negativos del estrés. Existen indicios de que practicar
ejercicio de forma habitual puede prolongar la vida, ya que ayuda a
prevenir las enfermedades cardíacas y otras dolencias crónicas, tales
como la osteoporosis y la diabetes. Por el contrario, la inactividad
puede entrañar riesgos a largo plazo; cada año mueren miles de personas a
causa de enfermedades que están relacionadas con el estilo de vida
sedentario. Si combinamos la práctica de distintos tipos de ejercicios
conseguiremos además mejorar diferentes aspectos de nuestro estado
físico. Los ejercicios aeróbicos -cualquier actividad rítmica y
continuada que haga aumentar nuestro ritmo cardíaco y el de nuestra
respiración, como andar a paso rápido, correr, nadar o practicar
aeróbic- mejoran nuestro estado cardiovascular, pueden ayudarnos a
perder peso y hacen que nos sintamos más energéticos. Los ejercicios
anaeróbicos, como los que se realizan en el suelo o con máquinas de
resistencia fija en un gimnasio, mejoran el estado muscular, lo que
aumenta nuestra fuerza. Muchas disciplinas no occidentales destacan la
importancia de la flexibilidad, que puede aumentar practicando
estiramientos, y que es fundamental para conservar la salud y el buen
estado de las articulaciones.
Las filosofías que subyacen tras las disciplinas occidentales y las orientales son enormemente distintas. La mayor parte de las primeras se centran únicamente en mejorar el aspecto físico del organismo. Las disciplinas orientales, sin embargo, tienen en cuanta otros aspectos además del físico. El individuo intenta conseguir y mantener la armonía personal y trabaja para intensificar el flujo de energía por el cuerpo para así desbloquear las posibles obstrucciones de energía y aumentar los niveles energéticos. Aspectos como el conocimiento de uno mismo, la concentración, las posturas y la respiración son fundamentales en estas disciplinas.
Las filosofías que subyacen tras las disciplinas occidentales y las orientales son enormemente distintas. La mayor parte de las primeras se centran únicamente en mejorar el aspecto físico del organismo. Las disciplinas orientales, sin embargo, tienen en cuanta otros aspectos además del físico. El individuo intenta conseguir y mantener la armonía personal y trabaja para intensificar el flujo de energía por el cuerpo para así desbloquear las posibles obstrucciones de energía y aumentar los niveles energéticos. Aspectos como el conocimiento de uno mismo, la concentración, las posturas y la respiración son fundamentales en estas disciplinas.
Los alimentos dan la
energía necesaria para hacer ejercicio; comer lo correcto en el momento
idicado aporta al cuerpo lo que necesita para un rendimiento y una
recuperación óptimos. Al hacer ejercicio, se pierden líquidos a través
de la transpiración y al exalar el aire. Así pues, beber adecuadamente
es esencial para evitar la deshidratación y el cansancio. La elección de
las bebidas y del momento son consideraciones importantes.
Consumir un determinado tipo de alimentos y líquidos en el momento
adecuado permite realizar el ejercicio físico de una manera más
eficiente y posibilita así mismo una rápida recuperación.
LA ENERGÍA DE LOS ALIMENTOS
Las grasas y los hidratos de carbono son las principales fuentes de
energía. De las proteínas también se obtiene energía, pero solamente
hacia el final de una prolongada sesión de ejercicio, como por ejemplo,
al correr una maratón. Los hidratos de carbono se almacenan en
cantidades limitadas en los músculos y el hígado en forma de glucógeno.
El ejercicio anaeróbico -el realizado, por ejemplo, por un velocista-,
quema menos grasas y más glucógeno. Los músculos de una persona en buena
forma física obtienen más energía de las grasas que del glucógeno. En
cambio, cuanto más intenso y duro es el ejercicio realizado, más
glucógeno se utiliza y mayor tiempo se precisa para reponer las reservas
consumidas. De ahí que, en parte, sea tan importante descansar unos
cuantos días después de una sesión en los casos en que realicemos por
primera vez un programa de ejercicio. Las personas que llevan un tiempo
practicando un determinado tipo de ejercicio reponen con más facilidad
las reservas de glucógeno que las personas que acaban de empezar.
¿Qué comer?
La dieta que debe acompañar a un programa de ejercicio es la misma que
se sigue para gozar a largo plazo de una buena salud. Una dieta
equilibrada, basada en hidratos de carbono complejos, como por ejemplo
pan y pasta integral, patatas, arroz integral, cereales, unas cinco
tomas de frutas del tiempo y verduras, legumbres, pescado, nueces,
productos frescos bajos en grasa y aceite de oliva en lugar de
mantequilla, se considera ideal para la conservación o recuperación de
la salud y aporta grandes cantidades de hidratos de carbono complejos.
Es imperativo reducir la ingestión de carne roja y de productos frescos
grasos, así como de pasteles, galletas, patatas fritas y dulces, que
deben permitirse sólo como caprichos ocasionales.
Una persona que consume gran cantidad de alimentos con un alto contenido
en grasa, azúcar, sal y aditivos artificiales puede carecer de algunos
micronutrientes como la vitamina C, hierro y calcio, esenciales para
obtener energía, fortalecer el sistema óseo y lograr una fácil
recuperación tras el ejercicio. Resulta provechoso tomar complementos
vitamínicos y minerales, pero lo que realmente beneficia a largo plazo
es mejorar la dieta. No hay píldora o medicamento capaz de aumentar la
energía; en cambio, una alimentación óptima maximiza el rendimiento.
¿Cuándo comer?
Tras una copiosa comida, el cuerpo precisa tiempo para digerir los
alimentos, proceso durante el cual a menudo se experimenta cierto
cansancio. Se recomienda, pues, esperar un par de horas antes de iniciar
algún ejercicio físico. Si se practica natación, después de una comida
de debe posponer el ejercicio para evitar un corte de digestión y
calambres. En cambio, los atletas que necesitan un rápido impulso de
energía para poder acelerar al final de la carrera comen una cantidad
pequeña de alimentos ricos en hidratos de carbono -los frutos secos-,
antes de realizar ejercicio.
Comer alimentos ricos en azúcar antes de hacer ejercicio puede ser contraproducente, ya que hay peligro de hipoglucemia (una acusada disminución de los niveles de azúcar en sangre) mientras el cuerpo intenta hacer frente al exceso de glucosa. Cualquier impulso de energía obtenido de comidas dulces será efímero e irá seguido de una disminución de energía. Los alimentos no sólo aportan la energía necesaria, sino que permiten al cuerpo reponer el combustible que necesita y recuperarse una vez finalizado el ejercicio. Comer después ayuda a reponer las reservas de glucógeno (resulta dos veces más eficiente re-avituallarse tras las primeras dos horas una vez finalizado el ejercicio). Es recomendable elegir alimentos con un alto índice de glucógeno, por ejemplo, arroz, pan, pasta o patatas.
Comer alimentos ricos en azúcar antes de hacer ejercicio puede ser contraproducente, ya que hay peligro de hipoglucemia (una acusada disminución de los niveles de azúcar en sangre) mientras el cuerpo intenta hacer frente al exceso de glucosa. Cualquier impulso de energía obtenido de comidas dulces será efímero e irá seguido de una disminución de energía. Los alimentos no sólo aportan la energía necesaria, sino que permiten al cuerpo reponer el combustible que necesita y recuperarse una vez finalizado el ejercicio. Comer después ayuda a reponer las reservas de glucógeno (resulta dos veces más eficiente re-avituallarse tras las primeras dos horas una vez finalizado el ejercicio). Es recomendable elegir alimentos con un alto índice de glucógeno, por ejemplo, arroz, pan, pasta o patatas.
TOMA DE LÍQUIDOS
Al hacer ejercicio de pierden líquidos a través de la transpiración y al exalar el aire. La deshidratación deteriora el rendimiento y hace que se requiera un mayor esfuerzo por parte del corazón, los pulmones y el sistema circularorio, por lo que es indispensable mantener una toma adecuada de líquidos cuando se practica ejercicio.
¿Qué beber?
El mejor líquido para la rehidratación es el agua. Para una efectiva
hidratación mientras se hace ejercicio, el agua debe estar relativamente
fría (5ºC), pues a esa temperatura el líquido se vacía rápidamente del
estómago y es absorbida por el intestino delgado. De todos modos, debe
evitarse a toda costa la ingestión de agua helada.
Las bebidas compuestas por electrolitos e hidratos de carbono fabricadas
para atletas pueden ser de gran ayuda, y su sabor posiblemente estimule
el consumo de líquidos.
Las bebidas de electrolitos o isotónicas contienen sodio, cloruro y potasio, y sirve para reponer las sales que se pierden al sudar. Son útiles si se realiza ejercicio durante prolongados períodos de tiempo bajo altas temperaturas y hay una abundante transpiración. Sin embargo, las sales se pueden sustituir también por un poco de sal de mesa (sodio y cloruro) en la comida, plátanos o zumos de tomate o de cítricos (potasio).
Al contener azúcar, las bebidas con hidratos de carbono mantienen los niveles de glucosa en la sangre y aportan combustible adicional durante el ejercicio. Se deben evitar las bebidas con más de un 8 por ciento de azúcar, como, por ejemplo, algunos refrescos, dado que retardan su paso al intestino delgado.
Los estudios realizados con atletas sugieren que éste tipo de bebidas diluidas intensifican el rendimiento. Sin embargo, el agua es suficiente para satisfacer las necesidades diarias derivadas del ejercicio físico.
Las bebidas de electrolitos o isotónicas contienen sodio, cloruro y potasio, y sirve para reponer las sales que se pierden al sudar. Son útiles si se realiza ejercicio durante prolongados períodos de tiempo bajo altas temperaturas y hay una abundante transpiración. Sin embargo, las sales se pueden sustituir también por un poco de sal de mesa (sodio y cloruro) en la comida, plátanos o zumos de tomate o de cítricos (potasio).
Al contener azúcar, las bebidas con hidratos de carbono mantienen los niveles de glucosa en la sangre y aportan combustible adicional durante el ejercicio. Se deben evitar las bebidas con más de un 8 por ciento de azúcar, como, por ejemplo, algunos refrescos, dado que retardan su paso al intestino delgado.
Los estudios realizados con atletas sugieren que éste tipo de bebidas diluidas intensifican el rendimiento. Sin embargo, el agua es suficiente para satisfacer las necesidades diarias derivadas del ejercicio físico.
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